Pese a que muchos piensan que esto de la campaña
electoral y todo lo que engloba unas elecciones es cosa moderna, la verdad es
que los romanos hace 2.000 años ya hacían su particular “fiesta de la
democracia” con muchos elementos que aunque hoy hayan cambiado, mantienen esa
esencia clásica, por ello, os hemos preparado esta breve guía para llegar a ser
un magistrado en Roma con el fin, una vez más, de demostrar que somos más
romanos de lo que nos creemos.
La política en Roma era una de las mayores
profesiones entendida como una actividad social bajo los valores de la
dignidad, el prestigio, la autoridad, el honor y el respeto definiendo así el
auténtico poder político romano.
El electorado romano estaba compuesto por el
populus, es decir, los ciudadanos libres inscritos en el censo. Aquí debemos excluir
a las mujeres ya que carecían de capacidad para votar, ocupar cargos o de
hablar en asamblea. Aunque a diferencia de lo que ocurre hoy, la capacidad de
ser elegido sólo estaba reservado a la élite local.
Para poder ser presentarte como candidatus,
nombre que deriva de la toga cándida, totalmente blanca y que debía vestir
durante la campaña, tienes que reunir una serie de requisitos:
I- Disponer de unas acaudaladas cuentas que
permitian cubrir los gastos que implica el desempeñar una magistratura (No
esperes recibir subvenciones del estado, las obras públicas las pagarás de tu
bolsillo, además tampoco cobrarás ya que el cargo se considera un honor)
II- Poder acreditar el honorable origen de tu
familia.
III- Demostrar y cultivar una gran
popularidad entre la población, mejorado tu imagen social mediante una
participación activa en la vida pública demostrando tus facultades como orador,
con obras públicas para la ciudad o con la financiación de espectáculos (vamos,
el pan y circo de toda la vida)
Tradicionalmente las elecciones tienen lugar en
los meses de otoño con el fin de que el cambio de poderes coincida con el
inicio del año nuevo. El proceso electoral comienza con la presentación de las
candidaturas ante el magistrado encargado de convocar las elecciones. En Roma
sería uno de los cónsules mientras que en las ciudades del imperio el
responsable era el Diuunviro de mayor edad. Seguidamente se hacen públicas las
listas de los candidatos presentados, exponiéndose en los lugares concurridos
de las ciudades y se fija el calendario electoral.
Para ello los praeco, unos funcionarios de
origen servil, recorrerán las calles de la ciudad pregonando las listas para
informar al pueblo. Entre otras funciones suyas también están las de
pregonar noticias, acuerdos o sentencias.
Los candidatos no pueden realizar mítines, ya
que solo está reservado para los magistrados en activo, por ello la estrategia
electoral pasa por dejarse ver y no hay mejor lugar que en el foro, lugar de
reunión y encuentro de la ciudadanía. Aquí podrás pedir el voto y no estarás
solo, un nutrido grupo de simpatizantes y leales compuesto por gentes de todas
las edades y clases te acompañarán en todo momento aclamándote, los conocidos
como los assectatores.
Otro gran recurso para arañar votos lo
encontramos en la propaganda electoral, y como ocurre hoy en día, las paredes
de los edificios serán tu soporte predilecto. Para ello dispones de empresas
especializadas para este cometido, aunque ante la ausencia de lugares públicos
para la propaganda, lo común es hacerla en las paredes del hogar del candidato
lo que no quita encontrarlas también en los lugares concurridos de la ciudad.
El proceso es sencillo, primero el dealbator
blanquea la pared dándole una capa de pintura blanca al espacio dónde irá
el mensaje. Tras esto es el turno scriptor, que con pintura de un tono rojo
vivo escribirá el texto. Puesto que esto suele hacerse de noche, junto a ellos
irá el lanternarius o farolelo, que iluminará el espacio y además vigilará de
que ningún opositor intente boicotear la pintada, también es el encargado de
sujetar la escalera a los otros dos.
Gracias a las pinturas conservadas en Pompeya,
podemos saber que en estos mensajes se alababan las virtudes del candidato con
el cargo al que aspira, su nombre y la
correspondiente petición del voto:
"Por favor elegid al
edil Helvio Sabino, uno bueno"
“Elegid a Albucio como edil”
Aunque no siempre las pintadas hacia un candidato
tienen un fin positivo, los opositores también se pueden tomar la molestia de
contratar grafitis para ridiculizar a sus rivales, tales como estos, también de
Pompeya:
“Los chorizos piden el voto como edil para Vatia”
“Todos los que beben hasta altas horas de la noche piden el voto
como edil para Marco Cerrinio Vatia”
Los electores se organizan en distritos para
emitir el voto. Estos que son unas tablillas con el nombre del candidato se
introducen en unas cestas de mimbre o cistae. El sufragio se realiza de forma
secreta para evitar las presiones a los votantes por parte de los simpatizantes
de un partidario u otro aunque se conocen casos de reparto de tablillas con el
nombre ya escrito al electorado indeciso a cambio de una monedas, práctica que
está prohibida. Aunque también tus simpatizantes pueden intentar persuadir a
los votantes en las colas y abuchear a los conocidos del rival con un fin
meramente intimidatorio, lo que no quita que en algún momento se llegue a las
manos entre simpatizantes de unos y otros. Cada cesta es vigilada por un grupo
de ciudadanos pertenecientes a un distrito diferente, para ello han jurado respeto
a la ley previamente. Si tienes dudas sobre la transparencia del proceso,
puedes designar a un grupo de interventores.
Tras la votación se procede al escrutinio y si
la diosa Fortuna te sonríe empezarás a formar parte de los magistrados de la
ciudad, no sin antes haber realizado un juramento sobre el respeto a la ley en
la ceremonia de posesión del cargo.
Si quieres estar más seguro en los pasos a dar
en tu carrera hacia conseguir la magistratura, tienes a tu disposición unos tratados
donde se dan consejos y tretas para conseguirlo. Como pueden ser el Commentariolum Petitionis o el Manual del Candidato escrito de forma epistolar por Quinto
Tulio Cicerón que nos da una clara imagen de la sociología electoral
romana.
Entre textos consejos podemos destacar algunos
como estos:
- Contar con una buena relación con ciudadanos ilustres sin dejar de lado las clases humildes.
- Crear una red de relaciones entre las clases poderosas como con las populares y a su vez relaciones de dependencia de carácter clientelar con las obligaciones de saludar al patrono a diario y acompañarlo en sus apariciones públicas y por supuesto apoyarlo durante la campaña.
- Ser Generoso con la población, mediante el reparto de dinero y comida, pero con ojo, usa terceros para no ser acusado de corrupción.
- Evita los medios fraudulentos para hacerte con la victoria
- Recuerda que las promesas electorales con una gran herramienta para ganar votos y logra convencer a las masas con la oratoria y elocuencia.
- Desacredita públicamente a los adversarios.
Como vemos, estos consejo no son muy diferentes
a los que hoy un candidato en unas elecciones puede emplear. Aunque las
elecciones en Roma tenían un carácter personalista y sin un claro programa
electoral, las practicas utilizadas para ganarse la confianza y simpatía del
pueblo siguen siendo bastante parecidas: candidatos que escuchan al pueblo
humilde, desacreditaciones entre unos y otros y promesas, muchas promesas y por
su puesto las turmas de seguidores, fieles y leales que les acompañan, como si
de su sombra se tratase, en cada acto electoral como ya ocurría hace 2.000 en
Roma.
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