La flagelación en sí no fue un castigo exclusivo para Jesús.
Lo mandaba la ley. La flagelación era el preámbulo a toda ejecución. Había una
excepción: los ciudadanos romanos condenados a decapitación no eran flagelados,
sino fustigados con la fusta. Esto se hacía, según Tito Livio, en el mismo
lugar del suplicio, inmediatamente antes de la decapitación.
Los condenados a crucifixión eran flagelados habitualmente
durante el trayecto que había entre el lugar donde se dictaba la sentencia y el
del suplicio. En este aspecto, en el caso de Jesús se hace una excepción, ya
que su flagelación se realizó en la misma sala del tribunal, y no como era
costumbre. Solo se reservaba este acto, para aquellos que la flagelación se
sustituía por la pena capital.
Aunque Jesús será condenado a muerte, en un principio, esto
no entra en los planes de Pilato. Solo pretende darle un castigo para calmar a
sus opositores. Sobre él pesa una condena por blasfemar considerándose “el hijo
de Dios”, una acusación que no era objeto de la ley romana, considerando a
Jesús inocente.
Puesto que esta primera acusación no tiene efecto alguno,
los miembros del Sanedrín lo culpan de
considerarse el “Rey de los Judíos”, algo que visto desde la Lex Iulia,
atentaba contra de la figura del Emperador, dejando a Jesús bajo la figura de
un rebelde, capaz de levantar revueltas contra Roma. Una vez más Pilato interroga
a Jesús sin sacar nada en claro.
Para callar las exigencias del pueblo, Pilato decide
aplicar sobre Jesús un castigo que sustituya la pena capital, ya que no ve ningún
mal sobre Jesús. Lo preparan para la flagelación, para ello lo atan a una
columna de media altura y de tal manera, que el reo no pueda desplomarse.
Para la flagelación el instrumento utilizado es el flagrum
taxillatum. Se componía de un mango corto de madera, al que estaban fijos tres
correas de cuero de unos 50 cm. En cuyas puntas tenían dos bolas de plomo
alargadas, unidas por una estrechez entre ellas; otras veces eran los talli o
astrágalos de carnero. El más usado era el de bolas de plomo.
Se desconoce el número de latigazos que recibió Jesús. Según
la ley hebrea eran 40, pero ellos por
escrúpulos de sobrepasarse, daban siempre 39. Pero Jesús fue flagelado por los
romanos, dónde según sus leyes no había un número limitado de latigazos. Sólo
tenían la obligación de dejar a Jesús con vida, ya que, como hemos dicho,
Pilato no pretende acabar con la vida de Jesús.
Cuando los clásicos latinos nos hablan de esta flagelación, nos dicen que el reo quedaba irreconocible en
su aspecto y sangrando por todo el cuerpo. Así quedó Jesús. Todas las partes
del cuerpo de Jesús fueron objeto de latigazos. Eso sí, respetaron la cabeza y
la parte del corazón, porque hubiera podido morir, como les había sucedido con
otros.
Las correas de cuero del flagrun taxillatum, cortaron en
mayor o menor grado la piel de Jesús en todo su cuerpo: en la espalda, el
tórax, los brazos, el vientre, los muslos, las piernas. Las bolas de plomo,
caídas con fuerza sobre el cuerpo de Jesús, hicieron toda clase de heridas:
contusiones, irritaciones cutáneas, escoriaciones, equimosis y llagas. Además,
los golpes fuertes y repetidos sobre la espalda y el tórax, no sólo afectaron a
la parte exterior, sino que órganos como los riñones o el hígado, también tuvieron
que verse gravemente afectados con la flagelación.
Cuando el castigo terminó y Jesús fue desatado, tuvo que
desplomarse sobre el charco producido por su propia sangre. Los verdugos lo
cogieron, le vistieron con un manto púrpura, le pusieron una corona de espinas
y le dieron una caña a modo de cetro para ironizar su argumento de “rey de los judíos”.
Fue presentado por Pilato al pueblo como ecce homo “este es el hombre” o “he
aquí el hombre”.
Para saber más:
II- ECCE HOMO y la Vía Dolorosa
III- La crucifixión de Cristo
Para saber más:
II- ECCE HOMO y la Vía Dolorosa
III- La crucifixión de Cristo
Interesante entrada, le felicito.
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