Las calzadas romanas


La calidad de las vías romanas era tal que hasta el siglo XIX no se consiguió superar. Eran fruto de la ingeniería militar, construidas para facilitar el transporte de recursos o para la movilización de tropas en el menor tiempo posible, el fin de las calzadas era meramente estratégico. Conquistado el territorio facilitaban el comercio y las comunicaciones entre regiones. El mantenimiento también estaba, en la mayoría de los casos, a cargo de la legión.
La groma era utilizada por el agrimensor.
Su mecanismo facilitaba la elaboración
rectilínea del recorrido de las calzadas
Las primeras aparecieron con la conquista de la península italiana (La Vía Appía se construyó en el 312 a.C.) Con las expansiones de Roma en periodo republicano e imperial, se creo una red de carreteras que recorrían todo el territorio romano, y como dice el proverbio todas conducían a Roma. Se construían lo más rectas posibles entre los distintos puntos que unían. También contaban con ramales secundarios que de inferior calidad. La construcción de las calzadas, si el recorrido lo requería, también iban acompañadas de puentes.
La superficie estaba compuesta por piedras redondeadas y con forma abombada para facilitar el drenaje  de la nieve fundida o el agua de lluvia hacia las cunetas que habían a los lados. Las calzadas iban acompañadas de los miliarios. Estos indicaban la distancia recorrida desde el punto de origen, la distancia a lugares importantes, así como el nombre del cónsul o del emperador que gobernaba en el momento de la construcción o reparación. Estaban colocados cada mil pasos, que equivaldría  a 1478 metros. Tenían una forma cilíndrica o paralelepípeda con una altura de unos 2 metros

Inscripción de un miliario hallado en Lorca del año 2-8 d.C. perteneciente a la vía Augusta en su tramo entre Carthago Nova  (Cartagena) y Eliocroca (Lorca):


IMP CAESAR DIVI F
AVGVSTVS CONS XI
TRIBUNIC POTEST XVI
IMP XIIII PONTIF
MAX
M P XXVIII

Emperador César Augusto-hijo del Divino
Cónsul por XI vez
Año XVI de su Potestad Tribunicia
Generalísimo en XIV campañas y Pontífice Máximo
Milla XXVIII
(desde Cartago Nova hacia Eliocroca)


Por otro lado también estaban los trifinia, que delimitaban el territorio o los pastos de un poblado
La anchura era la suficiente para que pudieran cruzarse dos vehículos de gandes dimensiones. En algunas casos habían carriles peatonales y cada x distancia, lo que hoy podríamos considerar como un área de descanso, apartaderos con bancos de piedra. También se colocaban bloques para facilitar la monta o desmonta de los jinetes. Si la calzada transcurrían próxima a un corriente de agua, se construían fuentes y abrevaderos.

La contrucción
Aparte de por los restos arqueológicos, tenemos una gran información de la construcción de calzadas gracias a los escritos conservados del arquitecto romano Vitrvio.

En primer lugar se excavaba la fossa con las dimensiones necesarias. Aproximadamente 5 metros de ancho por 1 metro de profundidad. La tierra madre era apisonada y nivelada con bloques de madera.
A continuación se colocaba el statvmen, una base de gravilla cuyo grosor dependía de la porosidad del suelo.
Encima se colocaba el rvdvs una capa de unos 20 cm de grosor compuesta por hormigón y escombros
Después se colocaba el nvclevs, un lecho de unos 15 cm formado por hormigón con fragmentos de barro y arcilla.
 Para terminar se colocaba algún tipo de piedra dura del lugar, estas piedras eran colocadas cuidadosamente con el fin de evitar el encharcamiento o golpes en las ruedas de los carros. La superficie de la calzada o agger, era mantenido en los laterales por unos bordillos llamados vmbones.
Para la construcción de las calzadas secundarias se solían utilizar materiales más baratos. Por ejemplo el agger podría ser una capa de graba (glarea) redondeada y bien compactada.

La calidad de muchas de ellas a permitido su uso durante siglos hasta la actualidad. Por otro lado muchos de los trazados de las carreteras derivan de las calzadas romanas, como algunas de las carreteras nacionales.

Comentarios